Por José Ramón Fernández , Director de Econatur Innovación
La incidencia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la preparación y eficiencia de nuestros agricultores para abastecer a la cadena alimentaria en tiempos de pandemia y nos ha recordado la necesidad de seguir incrementando la productividad y sostenibilidad de nuestros cultivos, que, sin lugar a dudas, es el reto que tenemos como sociedad ante el desafío demográfico que nos está llevando a una superpoblación sin paragón en un planeta cuyos recursos estamos agotando.
Esta situación de crisis sanitaria y económica, de limitaciones de movilidad y cierres de fronteras ha destacado la importancia de la soberanía alimentaria, que apuesta por el consumo de cercanía y por la autosuficiencia local, en la que un país pueda alimentar a su población frente a cualquier situación. Para ello, es necesario empoderar a los agricultores, reconocerles su papel esencial en la cadena de valor del sistema agroalimentario, dotarlos de herramientas para incrementar la productividad de sus cultivos y establecer las bases para una remuneración justa que valore la calidad de sus productos. Recordemos que en el momento en el que nos sorprendió el estado de alarma, los agricultores que respondieron de forma estoica ante la situación, se estaban movilizando por sus graves problemas económicos.
En tercer lugar, la situación que estamos viviendo, también nos ha revelado la importancia de la ciencia, la tecnología, formación y la innovación para afrontar el desafío de obtener alimentos de calidad en explotaciones respetuosas con el medioambiente y de alta productividad, que sean rentables para el agricultor y asequibles para el consumidor.
Hay mucho escrito sobre innovación y nuevas tecnologías agrícolas (digitalización, sensorística, Big Data, IoT, mecanización, insumos más eficientes, seguridad alimentaria, etc.), pero el tener acceso a las tecnologías de vanguardia no es garantía de un incremento de productividad. Para que la modernización de la agricultura genere valor añadido y sea sostenible, hay que envolverla en un buen plan de manejo. Aunque un sesudo plan tampoco garantiza el éxito. El manejo de cultivos está inmerso en un entorno cambiante que limita con gran cantidad de variables interconectadas, muchas de ellas impredecibles (la composición nutricional y fitoquímica de una fruta o verdura depende de la climatología, luz, temperatura, insumos, fertilidad y microbiota del suelo, irrigación, madurez, etc.). Aquí es donde adquiere mayúscula importancia el papel del agricultor y de los técnicos como las personas que dirigen, ejecutan y lideran en base a su experiencia y conocimiento la gestión del cultivo en un entorno generalmente cargado de grandes dosis de incertidumbre que hay que saber aceptar, gestionar y, por qué no, aprovechar.
La agricultura del futuro tiene que ser una agricultura ecosostenible centrada en el agricultor, en los productores que apuesten por la incorporación de soluciones integrales que permitan que los cultivos sean productivos, los alimentos saludables y los manejos respetuosos con el medio ambiente. En este sentido, es nuestra vocación dotar a los agricultores de las herramientas necesarias para que sus productos sean rentables, diferenciándose del resto de los del mercado por sus características saludables, organolépticas, y por la sostenibilidad en el sistema de cultivo. En definitiva, implantar soluciones integrales y certificar productos con un valor añadido que se refleje en su etiqueta nutricional, en la minimización de residuos contaminantes y en indicadores de sostenibilidad que favorezcan su comercialización.
Desde ECONATUR llevamos 20 años liderando e impulsando este modelo de agricultura ecosostenible basado en la innovación, el diseño de insumos naturales y el desarrollo de procesos biotecnológicos. En esta línea, compartimos los valores de la Fundación Miguel García Sánchez y estamos orgullosos de participar en la Escuela de Agricultores y en la aplicación de nuevas tecnologías a la agricultura, así como de colaborar en proyectos de investigación e innovación con el Grupo La Caña, con el fin de empoderar a los agricultores a partir de la formación, la democratización de nuevas tecnologías, la digitalización del campo y el reconocimiento de la agricultura como uno de los grandes protagonistas no solo de la provisión de alimentos, sino también del presente y el futuro de la salud de las personas y la sostenibilidad medioambiental.